Biblioteca Pública Municipal de Férez
   


CONCURSO DE RELATOS CORTOS
   

PLAZO DE PRESENTACIÓN: CERRADO

 

 
 
1º PREMIO RELATOS CORTOS 2010

 

 

LA ALCANTARILLA DE JOVER (Basado en hechos reales).

Juan paro el coche, su corazón latía a un ritmo desenfrenado, justo comenzó a acelerarse cuando divisó el cruce con el indicador: Férez, Socovos, Letur.
Se bajo lentamente por fin había llegado al final de aquel largo viaje, sus ojos se llenaron de lagrimas, éstas casi le impedían ver las aguas verdeazules del pantano.


Habían pasado cincuenta y tres años desde la última vez que contempló esta tierra. Recordaba aquel frío día de febrero de mil novecientos cincuenta y siete cuando, junto a su padre y seis cientos ochenta y nueve personas más que habitaban la pedanía tuvieron que abandonarla. Atrás quedaban las casas, la taberna, dos hornos de cocer el pan, el economato, la central eléctrica, la fábrica de picado de esparto, la granja de cría de cerdos, el viejo puente romano cuyo nombre dado por los árabes AL-QANTARA dio nombre a dicha pedanía.


Lo peor es que ya no vería los valles, ni las flores de los almendros en primavera, ni el río con aquellas truchas saltando entre su espuma.
Nunca más oiría el sonido ronco de las tormentas, ni el viento suave de otoño, ni el piar de los pájaros. Ni sentiría aquellos olores de pan recién amasado, ni el de la hierba en sus pies descalzos. Ni el de miles de flores que cubrían la pradera.

 Nunca más vería a sus vecinos, sus voces se le olvidarían como la de aquella niña morena de ojos verdes con la que el soñaba que algún día se casaría.

Las mil siete hectáreas de cultivo de la pedanía de Férez  ''La Alcantarilla de Jover'' quedarían sepultadas por el pantano, con este acto se llevaban la vega más fértil del pueblo y causarían a éste y a su economía un daño irreparable.

Solo unos pocos propietarios cobrarían una pequeña indemnización, el que no era colono no percibió nada, hiladoras, herreros, guardas, pastores, jornaleros se quedaron sin casas ni sustento, tuvieron que emigrar cada uno donde pudo encontrar trabajo.

Juan junto a su padre inició un gran periplo por Sudamérica, allí se instalarían, sin que ni un solo día de sus vidas olvidasen aquella hermosa tierra que tuvieron que abandonar. El deseo sobretodo de su padre le llevó a seguir luchando por salir adelante y conseguir dinero para el regreso, pero no pudo ser, murió allí, sin los suyos, solo aferrado a la mano de su hijo suplicándole que regresara.

Todos estos recuerdos se le pasaron a Juan durante unos minutos que parecieron siglos. Volvió junto al coche, saco la hornacina con las cenizas de su padre, las vertió, el viento vino en su ayuda y una ráfaga las extendió por todo el valle.

Balbuceó entre sollozos: ''Adiós padre, descanse en paz por fin''.
Volvió junto al coche, se subió e inició el viaje de regreso, esta sería la última vez, sentía demasiado dolor para quedarse, cerró la ventanilla, aquel aire limpio y fresco le hacía daño, le obligaba a recordar tantas penurias pasadas y, sobretodo le recordaba aquel doloroso día que vio como las aguas se tragaban toda su vida.

Consuelo Jaén Pérez

 

 
   

 

2º PREMIO RELATOS CORTOS 2010

 

 

 

UN ENCIERRO DIFERENTE (Basado en hechos reales)

 

El 12 de julio como cada mañana cogí mi bici y me fui a la biblioteca, aún estaba un poco adormilado porque la noche anterior me fui a dormir un poco tarde ya que España había ganado el mundial, un hecho histórico que había que celebrar.
Allí me dieron 3 folletos para concursar en 3 áreas diferentes y me interesó mucho lo de contar una historia de mi pueblo, pues hace un par de años participé y no me fue nada mal.

Al volver a casa estuve hablando con mi padre y le dije que me contara algún relato que ocurriera en Férez en el pasado. Me comentó de que recordaba uno que sucedió en el año 1977, pero que mejor que él me la contaría Ramón de Santos, ya que fue el protagonista de esta historia. Así que esa misma tarde fui en su busca y buenamente me dedicó unos minutos para contarme aquella entrañable historia que el hombre recordaba entre sonrisa y sonrisa.

– Fue un encierro muy peculiar el que te voy a contar- me comentó Ramón de Santos. - ¡Seguro que esto no ha ocurrido en ningún otro sitio! Murmuró. – Esta historia no debe de ser olvidada porque es muy graciosa y no ocurre todos los días.


Así comenzó todo:
En uno de los encierros de las famosas fiestas de octubre del año 77, durante el recorrido de los toros, uno de ellos se escabulló del resto, se dio media vuelta y se escapó. Era un animal majestuoso, con grandes cuernas y musculado que impresionaba nada más verlo. Era muy peligroso dejar a un animal de tales dimensiones suelto por allí por los daños que podía causar. Así que se reunió un grupo de personas para salir en su busca. Se peinaron todos los alrededores y parte del monte. Era muy difícil encontrarlo entre tanto pino y maleza y más, si el animal había tirado al corazón del monte.

La noche empezaba a caer y reinaba en el pueblo el temor a que volviera el animal y pillara desprevenido a alguna persona que estuviera en aquellos momentos por las calles. Las madres recogieron a sus niños y la gente no se atrevía a salir por miedo a que el toro estuviera merodeando por allí. La búsqueda fue infructuosa aquella tarde y no quedaba más remedio que regresar a casa para descansar, debido a que la noche impedía seguir con la búsqueda.  Algunas personas quedaron para la mañana siguiente para seguir con el rastreo.

Al día siguiente, bien temprano, cuando los gallos empezaban a cantar, mi abuelo Víctor y Pepe de Santos bajaron al corral del cementerio a darle de comer a sus vacas de labranza. Los dos bueyes mansos esperaban ansiosos su ración de comida al ver a su dueño. De repente, se oyó un mugido en un lateral del corral acompañado de un resoplido. Los dos amigos se dieron la vuelta y quedaron boquiabiertos ante lo que se les apareció frente a ellos… ¡era el toro, aquel, el que se había escapado!

Salieron los dos despavoridos cerrando la puerta para que aquel animal no pudiera huir. El toro estaba allí, relajado, rumeando paja cerca de los bueyes. Se había acobijado allí durante la noche quizás para beber agua o quizás atraído por el olor de la paja. La cuestión es que el vacuno estaba allí y había que sacarlo de alguna manera.

Bajaron de nuevo al pueblo para avisar de que el toro escapado estaba en su corral y a continuación decidieron soltar las vacas para intentar recoger al toro bravo. Al abrir la puerta del corral, la vacas salieron a toda velocidad aunque, no solas… iban acompañadas de 2 cabras que se habían escapado tras ellas. Vacas y cabras subieron por la Avenida de Híjar (antiguas escuelas) donde ahora están los pisos, luego por la cuesta de Presbítero López (la cuesta de la panadería), y luego por el callejón de la peña el choto.

Lograron meter al novillo de nuevo dentro del tradicional recorrido, ante la alegría de todos los vecinos y visitantes. Este encierro fue recordado por todos los vecinos como uno de los más extraños de los vividos en el Pueblo de Férez ya que se mezclaron vacas, toros y cabras durante todo el encierro.

Lo mejor de la historia es que todo transcurrió muy bien y no hubo que lamentar ningún daño durante todo el trayecto. Esto quedó en sus memorias como una anécdota que los abuelos hoy en día siguen contando a sus nietos.

Espero que este relato que pasó en Férez hace unas cuantas décadas les haya gustado tanto como a mi.

Aitor Lozano Miranda

 

 
   

 

3º PREMIO RELATOS CORTOS 2010
 

 

 

MARÍA,  ‘’LA CANTARERA’’

¡Vamos hija! , le apremió su madre, levanta, padre ya está a punto de llegar con el barro.
Jesús desde muy temprano se afanaba para sacar la arcilla de la estrecha y profunda galería, extrayendo de ella las ‘’pellas’’ (bloques de tamaño y consistencia adecuadas) después las llevaría al taller, donde las secaría al sol, trituraría, remojaría durante todo el día, pisaría el barro y a continuación cogería porciones para elaborar las piezas.

Más tarde, las llevaría al taller situado éste en la cara norte del pueblo al igual que algunos más de otros propietarios, de ahí el nombre de la calle (Cantarería) por dichos talleres.
María junto a varias vecinas, ya estaba sentada en el poyo del patio, había puesto una carga de ceniza en la base, para que no se pegase el barro al rodillo y había comenzado a ‘’urdir’’ (levantar el cuerpo de la vasija). Esta tarea era la más delicada, ya que tenía que darle las proporciones perfectas para que no se desmoronase.


Le  había costado muchas lagrimas aprender el oficio, pero lo había conseguido. Era, a pesar de su juventud, una de las mejores ‘’cantareras’’ del pueblo.  Se sentía muy orgullosa de sus ‘’cantarillas’’ (medio cántaro),  ‘’ botijillas’’, ‘’arenillas’’ (para guardar la arena de fregar), ‘’botijos’’, ‘’bebederos para los animales’’,  ‘’lebrillos’’ y toda la gama de ‘’tinajas’’ (de cuba, de seis cántaros,  etc.) 


De todas las piezas que realizaba la que más le gustaba hacer eran ‘’los cántaros’’.  Tenía una gracia especial para ‘’bocar’’ (montar las bocas) y  ‘’enasar’’ (pegar las asas). Estas tareas eran las más difíciles de realizar.
Una vez terminados y secados al sol, los repasaría con un trapo mojado para lustrarlos y ya estarían listos para cocer al horno.


Éstos estaban situados cerca de los talleres, tenían forma de prisma rectangular con una puerta lateral por donde se introducía la paja, la madera de pino, olivo o sarmiento.  Finalmente el horno tenía un respiradero en el techo.
María contemplaba como su padre metía con un cuidado extremo las piezas dentro de él. Era una tarea muy pesada y difícil pero Jesús era uno de los mejores horneros de Férez.


Colocaba una veintena de piezas de manera proporcional para aprovechar los huecos y que al cocerlos, no se agrietasen. Después de hacerlo, dejaría pasar unos días para que se enfriasen dentro del mismo y ya estarían listos para su venta.
Esto era lo mejor, María disfrutaba con los preparativos para el viaje. Irían a los pueblos y cortijos cercanos con su carreta llena de cántaros y vasijas para venderlos o intercambiarlos por bienes, a veces si no tenían suerte con la venta, éste se alagaría durante dos o tres semanas.


Su madre siempre les despedía llorando, pensaba en el esfuerzo y las penalidades que pasaban ambos por esos caminos de barro, pero ellos partían felices, la gente apreciaba y reconocía su buen trabajo, incluso les ofrecían cama y comida. Con el dinero que ganaban pasarían el invierno.


Jesús Álvarez estuvo al frente del horno de la cantarería hasta casi su muerte, a finales del 1800. Su hija María, se fue a vivir a Letúr donde se casó y continuó haciendo cantaros hasta muy mayor. El taller de cántaros pasó a ser una herrería y después una casa particular. El horno desapareció, al igual que el oficio de cantareros. De éstos solo queda el nombre de la calle y el recuerdo un tanto borroso y olvidado de sus descendientes.


Yo con este escrito, he intentado rescatarles un poco de ese olvido.
Esta narración está basada en las historias que contó mi bisabuela Isabel, en algunos datos que he logrado encontrar y sobretodo en la memoria de alguna gente mayor del pueblo, que con sus relatos me han ayudado a escribirla.
Gracias a todos.

Marta Monforte Jaén

 

 
   

 

BASES DEL CONCURSO DE RELATOS CORTOS

 

 

 

1.Tema: Anécdotas, cuentos , historias, leyendas relacionadas con el pueblo de Férez y de sus habitantes, recuerdos de los mayores, vivencias que tuvieron lugar en nuestro pueblo, historias de nuestras gentes, etc. cuyos principal objetivo es servir de vehículo de transmisión de hechos, anécdotas o conocimientos que perduran en nuestras memorias y fomentar en ellos la creatividad literaria, estimulando también la comunicación entre generaciones.
El relato deberá ser original e inédito, y no podrá haber sido premiado en ningún otro concurso.

2. Participantes: Podrá participar cualquier persona sin distinción de edad o nacionalidad.
 
3. Presentación: La extensión de cada relato no excederá de 3 folios, en formato DIN A-4, impresos por una sola cara y mecanografiados o confeccionados a ordenador con tipo letra Times 12 o similar.. Se podrán presentar hasta 3 relatos diferentes por participante. Cada concursante podrá obtener un solo premio.

4. Documentación: Los relatos deberán firmarse con un seudónimo, e ir acompañados de un sobre cerrado que contenga los siguientes datos: título de la obras presentada, fotocopia de DNI del autor, así como la dirección y teléfono. En la parte exterior de este sobre se indicará: Concurso de relatos cortos de Férez y se hará constar el título de la narración y el seudónimo.

 5. Premios :

  1. Primer premio: Una consola Nintendo DS LITE con cartucho de 25 juegos y memoria de 2 Gb.
  2. Segundo premio: Un MP4 de 4 GB.
  3. Tercer premio : Un lote de libros

6. Jurado: Estará formado por personas relacionadas con la cultura, así como representantes de las entidades organizadoras del concurso.

7. Fallo: El fallo del Jurado será inapelable y se hará público en el municipio de Férez el último fin de semana de septiembre de 2010. Los originales presentados no serán devueltos, pudiéndose conservar según se estime conveniente. . La entrega de premios se prevé después del pregón de fiestas de las fiestas patronales de Férez en Octubre de 2010.

8. Edición y publicación: El Ayuntamiento de Férez se reserva el derecho de publicación, si lo estima oportuno de los relatos premiados, así como de cuantas narraciones, se hayan presentado a concurso.
Se entienden cedidos cuantos derechos de propiedad intelectual e industrial son necesarios para el cumplimiento y desarrollo de las presentes bases. . Los autores de las mismas transmiten en exclusiva los derechos de explotación para su reproducción en catálogos, libros y exposiciones.

9. Plazo de presentación: desde el 7 de julio de 2010 al 18 de septiembre de 2010 incluido. Los relatos deberán entregarse por correo certificado, o personalmente en la Biblioteca Pública Municipal de Férez (C/ Cantarería, 28 – 02436 Férez).

10. La participación en este concurso lleva implícita la aceptación expresa de todas condiciones de estas bases, incluida la edición y publicación, así como las decisiones y el fallo del jurado, y todo ello sin necesidad de nuevos requisitos.